miércoles, 7 de diciembre de 2011

EL VUELO DE LA LUCIÉRNAGA. Cartas a mi madre

Cuando ya no esté.            Julia Gomez Lasheras

Cuando ya no esté, no quiero que me idealices
convirtiendo mi recuerdo en huellas imborrables ,
plenas de virtudes , y apenas defectos.
Cuando ya no esté,
recordarme en vuestra memoria,
porque así seguiré viviendo en los recovecos del corazón.
Cuando ya no esté,
ayúdate a ti mismo aportando amor a otros;
tus lágrimas serán bálsamo que reconforten heridas profundas,
no temas mostrar tus emociones,
porque es el precio a pagar
en el tránsito de la vida.
Tómate tu tiempo
para aceptar mi partida,
no te niegues el llanto, ni la tristeza  al evocar mi recuerdo,
porque te ayudará a sanar tus heridas
y no importa lo que aquellos bienintencionados te aconsejen,
escucha tu voz,
que sea tu propio yo quien te marque el camino de regreso.
Cuando ya no esté
aprovecha mi partida como mi último regalo:
el regalo de la vida,
áquel que te ayudará a vivir más plenamente  al no ignorar
que todo principio tiene su final,
que tras el dolor hay cabida para la esperanza,
que decir adiós,
nos convierte más sabios
porque hemos sido capaces de desprendernos de lo banal y lo superflúo
para poder reencontrarnos con nosotros mismos.
Cuando ya no esté,
honra mi memoria  sin los imperativos del deber,
sólo hazlo si lo sientes así,
acuérdate de mi desprovisto de resentimientos,
y libérate de los lastres que condicionan tu crecimiento,
sólo así, serás una criatura libre y en paz contigo mismo,
que la paz sea contigo.